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Piscando las
fresas, en el Valle de Salinas
foto de Janjaap Dekker © Janjaap Dekker |
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Se fue el
invierno, uno de los más lluviosos en la costa central,
dejando lugar al verano y los trabajos tan necesarios para los trabajadores
agrícolas. La frustración que sentía Andrés
Cruz, indígena oaxaqueño que ahora vive en el fértil
Valle de Salinas, ha sido reemplazada por las interminables horas de trabajo
cosechando chícharos. Que diferencia a los largos inviernos, cuando
los campos duermen y no hay trabajo.
“Antes se iba uno a México, pero pues ya no se puede. La
pasada esta muy mala,” dice el indígena triqui, destacado
líder de su comunidad en el poblado de Greenfield.
Llega el verano y con el otra marejada de inmigrantes que habrán
decidido pasar el invierno en México o que se aventuran por primera
vez a cruzar la frontera. Pero como Andrés, miles de trabajadores
del campo se encuentran atrapados en este país, temerosos de regresar
a México por miedo a la “pasada” y pasando penurias
cuando los trabajos escasean.
Andrés espera que este año si se apruebe alguna reforma
migratoria. Algo, lo que sea. Y una vez mas, tal como ocurrió el
año pasado, la propuesta que más posibilidades tiene es
AgJobs, una propuesta bipartidista que el año pasado no se llevó
a voto a petición expresa del presidente George W. Bush.
A principios de mayo, el republicano John McCain y el demócrata
Edward Kennedy introdujeron el Acta de la Inmigración Ordenada
para una América Segura. La propuesta ayudaría a legalizar
a millones de trabajadores indocumentados, incrementaría fondos
para más patrullaje en la frontera y para penalizar más
severamente a patrones que empleen trabajadores indocumentados.
Pero tan pronto como fue introducida, la derecha del país denunció
a la propuesta como otra “amnistía”, palabra que se
ha convertido tan odiosa para ese sector político como “liberal”
y “progresista.”
La reacción que se desató en contra de la Inmigración
Ordenada es otra muestra de que AgJobs, iniciativa migratoria similar
pero que solo beneficiaria a trabajadores agrícolas, continua siendo
la legislación migratoria que más posibilidades tiene de
recibir la bendición del congreso.
Patrocinada también por Kennedy y el senador republicano Larry
Craig, la iniciativa de ley llamada Agricultural Job, Opportunity, Benefits,
and Security Act, fue presentada en el Senado el 23 de septiembre del
2003. Craig quiso “colgarla” de la legislación que
incrementaría el gasto para la guerra en Irak, y aunque sólo
consiguió 53 votos, el senador lo consideró una victoria
ya que muchos de sus colegas que simpatizan con la medida no se encontraban
para dar su apoyo. De otra forma, la medida hubiera sido aprobada, y el
senador espera reintroducirla en algunas semanas.
La iniciativa consta de dos partes, una que permite obtener la residencia
temporal a toda aquella persona que haya trabajado en la agricultura por
lo menos 100 días en un periodo de 12 meses entre el año
y medio anterior al 31 de agosto del 2003. Después podrá
solicitar residencia permanente si trabaja por lo menos 360 días
en un periodo de 6 años.
Para esto, por lo menos debe trabajar 240 días en los primeros
3 años y 75 días en cada uno de los 3 años restantes.
Obteniendo residencia permanente puede tramitar la estancia legal en Estados
Unidos para su cónyuge e hijos menores de edad. La segunda parte
de la iniciativa contempla reformas al programa de trabajadores invitados
H-2A, que a decir de los autores de la propuesta, se ha tornado en un
programa inoperante, lento e inflexible.
Es una ley atractiva no solo para los trabajadores del campo, a quienes
nada les gustaría más que tener papeles. Grandes empresarios
en el sector agrícola se han expresado a favor de la medida: ellos
saben mejor que nadie que los gringos no se paran por los campos de cultivo
ni para robar lechugas.
El año pasado, la Unión de Campesinos puso un gran esfuerzo
en lograr apoyo por la ley. Organizó una serie de acciones en la
poblaciones del Valle, que incluyeron un ayuno de cinco días de
dos miembros, varias marchas y concentraciones.
Aunque no necesitan papeles, los dos participantes en el ayuno lo hicieron
para solidarizarse con sus compañeros. Belén Macías,
organizadora de la Unión, es una joven ciudadana estadunidense,
tiene maestría en trabajo social de la Universidad de California
pero decidió trabajar con la UFW en lugar de trabajar en oficinas
gubernamentales.
Hija de migrantes mexicanos, reconoce el valor del trabajo de los jornaleros
agrícolas, entre ellos su padre. “Con el ayuno logramos captar
la atención de los representantes locales, ya es tiempo de que
se reconozca el sacrificio de los migrantes” dijo Macías,
a quien le tomó varias semanas reponerse de los estragos del ayuno.
El otro ayunante fue Rosendo García, trabajador agrícola
de Watsonville, quien tiene residencia permanente y contrariamente a la
actitud de muchos mexicanos que después de obtener su legalización
se manifiestan contra la inmigración ilegal, García decidió
participar para lograr documentos para quien carece de ellos, “hay
que apoyar a los demás, como lo hizo César Chávez”
dice.
En el Valle de Salinas, California, la tierra del escritor John Steinbeck,
donde la agricultura es la principal rama económica con un valor
de 3 mil millones de dólares, se calcula que laboran cerca de 150
mil trabajadores agrícolas, de los cuales el 85 por ciento no cuenta
con documentos legales para trabajar.
Pero eso no impide que su trabajo sea aprovechado por todos aquellos que
disfrutan de comer.
Craig busca con la iniciativa garantizar la mano de obra para agricultura,
argumento que ha convencido a un sector de senadores republicanos tradicionalmente
anti-inmigrantes. En todo Estados Unidos se estima en medio millón
los trabajadores beneficiados en caso de aprobarse la ley.
Y en el Valle de Salinas, donde se produce mas del 80 por ciento de la
lechuga que se consume en este país, la ley beneficiaría
a Andrés, y a miles de indígenas triquis, quienes tal vez
no tendrían que pasar otro año pasando miserias en el invierno
y sin ver a sus familias en Oaxaca.
© 2005 El Andar Magazine
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